Marruecos: paisajes fascinantes por descubrir
En Marruecos, sus paisajes hablan claro: se trata de un país con una naturaleza muy viva, pues aún posee muchos espacios y lugares vírgenes, además de contar con unos recursos naturales excepcionales. Otro de los aspectos destacados es su gran diversidad y, por tanto, biodiversidad: la estampa clásica del litoral atlántico nada tiene que ver con la del sur del país ni con la del centro, por citar algunos ejemplos. Y la fauna y la flora asociadas a esos hábitats varía enormemente. Pero los únicos regalos para la vista del viajero no solo los proporciona la naturaleza, sino también el hombre y las ciudades, con paisajes urbanos de lo más fascinante.
A nivel medioambiental, su territorio se podría diferenciar en dos zonas bien marcadas: el dorado y salvaje desierto y el verde Marruecos, con paisajes que sorprenden a muchos visitantes que llegan al país con una idea muy equivocada.
El verde Marruecos: paisajes del Atlas y otras montañas
Las montañas de Marruecos, con paisajes llenos de vegetación, representan la cara más verde del país. Estas montañas se dividen en dos grupos: las del Rif al norte y las del Atlas en el centro-sur, en donde se sitúa la montaña más alta de su territorio: el Toubkal, con 4.167 metros de altitud.
El Rif es una pequeña cordillera mediterránea del norte de Marruecos. Sus paisajes se caracterizan a menudo por violentos y bellos acantilados junto a la costa, pero se adentran decenas de kilómetros hacia el interior, llegando a lugares como Chaouen, ubicada a los pies de dos ‘cuernos’, que son bruscas elevaciones de esta cadena montañosa. A medida que se gana altura y aumenta la humedad, surgen los bosques de cedros y robles, aunque también hay presencia de árboles típicamente mediterráneos como el quejigo, el alcornoque o la encina. Además, estos paisajes están a menudo salpicados de araares, típicos y casi exclusivos del norte de África. El Parque Nacional de Alhucemas se ubica en esta zona.
El Atlas de Marruecos: paisajes de alta montaña y profundos valles
Por su parte, las montañas del Atlas se extienden hacia los límites del Sahara en el sur y de los grandes oasis del norte. Posee cumbres milenarias y escenarios que recuerdan a las épocas y leyendas de las caravanas de comerciantes y aventureros, que cruzaban el desierto buscando riqueza. En realidad,el Atlas está a su vez formado por tres zonas diferenciadas: el Atlas Medio, el Alto Atlas y el Anti-Atlas.
En las estribaciones del Atlas Medio se encuentra la región de Fez, que revela un desconocido Marruecos: paisajes con lagos de aguas cristalinas, profundos bosques y majestuosas e imponentes montañas como telón fondo… Sólo hay que recorrer unos pocos kilómetros para pasar del bullicio de la ciudad al silencio de los grandes espacios naturales. Un buen ejemplo es el inmenso bosque de cedros centenarios del Atlas, donde viven las últimas panteras moteadas y donde los monos se dedican a hacer sus acrobacias. Aquí, todas las estaciones del año tienen su color y vibración: la blancura inmensa del invierno, el tierno verde de la primavera, el cielo azul y el crepúsculo ardiente del verano…
Ya en el corazón del Medio Atlas, en Sefrou, desde la Koubba de Sidi Ali bou Serghine, se extiende una amplia llanura verde, con fuentes, ríos y cascadas que nos llevan hasta el reino del agua. En la región de Taza se pueden encontrar bosques de alcornoques, cedros, grandes helechos que lo cubren todo, más fuentes, cascadas y lagos. Su lugar más emblemático es el el Djebel Tazzeka, que fue declarado Parque Nacional. La ascensión hasta su cumbre de 1.980 metros de altura es ampliamente recompensada por una vista sensacional de los montes del Tazzeka, cubiertos de bosques y coronados con picos nevados del Medio Atlas.
Pero también aquí se encuentra el Parque Nacional de Ifrane, otra de las joyas de Marruecos: paisajes donde domina el cedro del Atlas, que se combina en ocasiones con diversas especies de roble pero que, sobre todo, sirve de hábitat para el mono de Berbería. Otros parques nacionales en esta zona son el del Alto Atlas Oriental, el del Toubkal o el de Jenifra.
Los paisajes del Atlas siguen maravillando a los viajeros, pese a que las descripciones y las palabras nunca alcanzan para plasmar las distintas emociones que a uno le embargan cuando explora estos bellos escenarios. En ellos surgen ciudadelas antiguas y pueblos rurales, con su particular bullicio y sus tradiciones ancestrales, que permanecen vivas en pleno siglo XXI.
Una de las vistas más comunes de los paisajes del Atlas, y de Marruecos en sí, son las ciudadelas (también llamadas kasbah o Ksar). Son recuerdos de épocas de guerra y muerte, que hoy en día funcionan como hermosos puntos de interés turístico… cuando no se trata solamente de ruinas impenetrables.
Pero el Atlas tiene también una gran importancia a nivel arqueológico, siendo un depósito de fósiles y culturas ancestrales, pues los bereberes se originaron y asentaron en esta región. Pasear por los alrededores de sus montañas, visitar sus pueblos y dejarse llevar por un mundo que parece haberse detenido en el tiempo es un tipo de turismo que poco a poco va atrayendo a más y más viajeros.
El dorado sur de Marruecos: paisajes del desierto
Superando hacia el sur las montañas del Anti-Atlas, Ouarzazate y el valle del Draa, se abre ante los ojos del viajero la otra estampa clásica de Marruecos: los paisajes del desierto del Sahara. Un lugar mágico donde el ser humano puede sentir su pequeñez con respecto a la naturaleza, que en este caso se presenta salvaje e inconmensurable. Especialmente en el territorio dominado por las dunas, como las de Erg Chebbi o las de Tindouf.
Aquí, la belleza del paisaje se da en tierra y cielo. En tierra, con su mar de arena que parece infinito, con un color dorado que parece irreal, modelado por el viento a su antojo, y la dureza de zonas más rocosas con pistas que han surcado las motos y los coches del mítico París-Dakar. Y en el cielo, donde a la caída del sol surge una explosión indescriptible de estrellas y constelaciones, configurando uno de los firmamentos nocturnos más fascinantes que se pueden apreciar en nuestro planeta.
Algunos de los parques nacionales ligados a este ecosistema desértico son el de Iriqui, relativamente cerca de Ouarzazate, y Khenifiss, en el extremo suroccidental del país. En el primero, el paisaje clásico es el de estepas y sabanas con acacias, aunque también con dunas cubiertas de tamarix. En el segundo, se combinan desierto, dunas costeras y humedales. Para más información sobre el desierto de Sahara, visita la página que hemos dedicado a ella aquí.
Las ciudades de Marruecos: paisajes urbanos
Si te gusta la fotografía, sabrás que no solo la naturaleza crea paisajes espectaculares. También el hombre, principalmente mediante la arquitectura y las tradiciones populares, ha concebido paisajes urbanos que en Marruecos todavía conservan toda su esencia, originada desde tiempos medievales y desarrollada a lo largo de los siglos.
En cada ciudad encontrarás miradores, terrazas y puntos estratégicos desde donde será inevitable sacar una fotografía o simplemente deleitarse con la vista. Los alminares de las mezquitas atraen la atención al instante, pero también las torres de las muchas murallas medievales que aún se conservan, las monumentales puertas de acceso, los puertos costeros con sus coloridas embarcaciones amarradas y otros muchos detalles pintorescos para recordar.
Algunos de los innumerables ejemplos que ofrece Marruecos en paisajes urbanos y vistas panorámicas son el Museo de Armas o Borj Nord de Fez, la kasbah de Ait Ben Haddou, el mirador de Caraquia en Asilah, la plaza Jemaa el fna de marrakech, la Skala du port de Essaouira, la torre de la kasbah de Chaouen, la plaza el heddim en Meknes…
Por toda esta diversidad de paisajes, tanto naturales como urbanos, TurismoMarruecos.net organiza tours fotográficos por el país, donde podrás capturar instantáneas y panorámicas que no encontrarás en ningún otro rincón del mundo.