Como te contamos en la página de Historia, han sido muchas las dinastías de Marruecos a lo largo de los siglos. Y cada una ha realizado diferentes aportaciones, tanto desde el punto de vista político como económico y social. Para un viajero que visita Marruecos, las aportaciones más interesantes son, lógicamente, sus monumentos. Y eso es precisamente lo que recopilamos aquí, para que puedas entender mejor su significado y contexto.
Idrisíes, fundadores de Fez
La conquista islámica de lo que hoy es Marruecos comenzó en el 682, pero no fue hasta el 789 cuando la situación se estabilizó política y socialmente. Ese mérito se le atribuye a la dinastía idrisí, fundada por Idris I, descendiente de Alí, yerno de Mahoma. Tanto Idris I como Idris II fueron artífices de una nueva capital, Fez, y en esta ciudad reciben una gran veneración.
Algunos de los lugares monumentales más significativos de este periodo, que se extendió hasta mediados del siglo XI, son la mezquita y madrasa Karaouine (hoy Universidad) en Fez, así como la localidad de Moulay Idris, cerca de Meknes, donde reposa el fundador de la dinastía. Sus tejados de cerámica verde son una auténtica seña de identidad.
Almorávides, artífices de Marrakech
La siguiente gran dinastía de Marruecos fue la almorávide (1060-1144), que se componía de diferentes tribus bereberes establecidas en el suroeste del país. Desde allí, fueron conquistando terreno hasta completar un primer proyecto unificador de Marruecos.
Su epicentro y capital fue Marrakech, y en esta ciudad se encuentran algunas de sus grandes aportaciones monumentales, como la Qubba almorávide, recientemente restaurada. Desarrollaron un amplio sistema de khettaras en la región, siendo notorio el del Palmeral de Marrakech.
Almohades, otro imperio que legó grandes monumentos
A los almorávides les sucedieron los almohades, aún más ortodoxos en el Islam, y artífices de grandes monumentos. Se convirtieron en un auténtico imperio, llegando hasta Al-Andalus. Gobernaron la región entre el 1147 y el 1249. Entre sus principales hitos monumentales están la mezquita Koutoubia de Marrakech y la Torre Hassan de Rabat: ésta última guarda un gran parecido al minarete de la Koutoubia e, incluso, a la Giralda de Sevilla, pues se construyeron en la misma época, pues ambos territorios estaban gobernados por los almohades. Los tramos de sebka (red de ladrillos) son una seña de identidad del arte promovido por esta dinastía.
Meriníes, una dinastía de arte refinado
Desde 1269 hasta 1479 se extendió la época meriní de Marruecos, una dinastía que también es conocida como benimerín. Gobernó de nuevo desde Fez, pero promovió otras muchas ciudades, como demuestran algunos monumentos y sitios arqueológicos visitables en la actualidad.
Por ejemplo, promovieron refinadas madrasas, entre las que destacan las de Bou Inania, tanto en Fez como en Meknes, con la novedad del empleo de la escritura cúfica como elemento decorativo. Y en los alrededores de Rabat ampliaron y adaptaron como necrópolis el Chellah, un recinto romano precedente. También emprendieron grandes proyectos defensivos, con imponentes murallas, como las de la hoy española Ceuta.
Saadíes, restituyendo el esplendor de Marrakech
Tras un breve paréntesis de la dinastía wattásida, encargada de devolver una cierta estabilidad política y social pero con un menor legado monumental, se llega a la dinastía saadí (1545-1659), de origen árabe, que eligió de nuevo Marrakech como su centro de poder. Es precisamente en esta ciudad donde se encuentran sus dos grandes iconos: el Palacio el-Badi y las tumbas saadíes, unos de los panteones reales más ricos de todo el país. Tanto aquí como en otros lugares, se aprecia una cierta continuidad de estilo con respecto a las anteriores dinastías (de origen bereber), pero con algunos detalles que demuestran una mayor relación comercial con el exterior, como demuestran los mármoles italianos.
Alauitas: la actual y predominante
La dinastía alauita es la que reina en la actualidad en el país. Y lo hace desde 1659, por lo que representa un periodo muy amplio y el más reciente de todos. Eso hace que esta dinastía sea la que nos ha dejado el mayor y más variado legado en términos monumentales: desde madrasas y murallas en Meknes (capital con Moulay Ismail) a edificios de carácter neohispanomusulmán, como el Mausoleo de Mohammed V o el Museo de Arte Moderno de Rabat… entre otros muchos y bellos ejemplos.