Una de las propuestas gastronómicas que no deberías dejar de probar en tu viaje es la pastela marroquí, también conocida como bastela o pastilla. En este post te contamos qué es y por qué es tan especial, tanto para los propios habitantes del país como para sus visitantes.
Qué es la pastela marroquí
La pastela marroquí es uno de los platos más famosos del país. Se trata, en realidad, de una especie de pastel que mezcla sabores dulces y salados. Suele servirse en ocasiones muy señaladas, como por ejemplo una boda, en parte porque su preparación es laboriosa e incluso implica varios días, en el caso de que haya que rehidratar dátiles y dejar reposar el relleno para lograr la consistencia justa.
Su característica principal es la explosión de sabor que tiene lugar en el paladar del comensal, pero también la otra explosión literal: la rotura de la masa que envuelve el pastel, lo que convierte a cada bocado en una auténtica experiencia.
Las recetas pueden variar mucho, y la lista de ingredientes es realmente extensa. Entre los ingredientes que podemos considerar salados están la carne de ave, la cebolla y los huevos cocidos, además de la clásica batería de especias y condimentos típicos de Marruecos, como la pimienta negra molida, el azafrán o el jengibre, o simplemente el Ras el Hanout. Tras un primer sofrito, todo ello se cuece en una olla.
Entre los ingredientes dulces, propios de un pastel, están la pasta de almendras, los dátiles, las ciruelas, la canela, el azúcar y la mantequilla, por citar algunos.
Qué la hace tan especial
La elaboración de la pastela marroquí implica numerosos pasos y la preparación de diferentes elementos por separado. Como decíamos, el sofrito o guiso salado se realiza al principio y el ingrediente principal es la carne de ave: se podría pensar que estamos hablando de pollo (y así ocurre en muchos casos), pero la versión más auténtica y tradicional es con pichón.
Otro secreto de la elaboración de la pastela marroquí es la pasta de almendras, que deberá añadirse al guiso de la carne para darle la consistencia justa al relleno: ni muy seco ni muy encharcado.
La pasta brick o filo es otro detalle distintivo: son las láminas de hojaldre que se utilizan para envolver el relleno antes de introducirse en el horno. Su fragilidad amenaza con romper la pastela durante el momento de la elaboración, el corte o el bocado, pero también supone un placer indescriptible.
Además, el azúcar glas espolvoreado sobre la pastela marroquí y el dibujo que se hace con canela dan un toque decorativo muy genuino, que cada restaurante puede hacer a su gusto. Por cierto: es un plato que admite una versión vegetariana, si no se emplea carne de ave y huevos en el relleno y se utilizan a cambio verduras o setas, entre otras opciones.
Y por supuesto, no tendrás problemas en encontrar pastelas marroquís en el país, pues se trata de un plato nacional, disponible en numerosos restaurantes de todas las ciudades. Por supuesto, en Marrakech, pero también en Chaouen, Tánger o Fez, por citar otros ejemplos.