Henri Matisse forma parte de la larga lista de artistas que se sintieron inspirados por Tánger, como venimos enumerando en este blog: Mariano Fortuny, Eugene Delacroix, Mariano Bertuchi… Por eso, y por ser un artista universal del siglo XX, le dedicamos este post en el que tratamos la estancia de Matisse en Tánger y descubrirás que su recuerdo sigue muy presente en esta ciudad del norte de Marruecos.
Una ciudad perfecta para su fauvismo
Henri Matisse nació en 1869 en el seno de una familia dedicada al comercio, especialmente de flores y semillas. Una actividad que, sin duda, influyó en su visión del mundo y del arte, marcada por el color y la naturaleza. Pero lo que supuso un verdadero cambio fue su convalecencia de apendicitis, momento en el que recurrió a la pintura como una auténtica terapia y le convenció de abandonar su carrera formativa y laboral, orientada al Derecho.
Desde entonces, el ambiente artístico de París fue epicentro vital, pero también dedicó buena parte de su tiempo a los viajes. En concreto, está documentada la presencia de Matisse en Tánger en 1912-13, así como en otros lugares de Marruecos. Tanto esta ciudad como el país en general supusieron un espaldarazo a su estilo, el fauvismo, caracterizado por el uso atrevido del color, especialmente en los paisajes, género en el que este artista fue un auténtico maestro.
La potente luz de Tánger y los intensos colores de su medina fueron una auténtica revelación para Matisse. El blanco de las paredes encaladas, el azul del cielo y del mar, los tapices y las cerámicas de los zocos… Todo irradiaba fuerza cromática y brillo lumínico ante sus ojos, y así lo consiguió plasmar en sus lienzos.
Hotel Ville de France, su hogar en Tánger
Durante la estancia de Matisse en Tánger, el Hotel Ville de France fue su hogar. El artista francés se alojo en este hotel de alta categoría, muy cerca del mar y en un punto elevado, lo que proporciona magníficas vistas de la ciudad. Así que muy probablemente lo empleó para la composición de su cuadro Ventana en Tánger (actualmente en el Museo Pushkin de Moscú), pues la panorámica es realmente parecida.
Lo interesante de ello es que el Hotel Ville de France mantiene vivo el recuerdo de la estancia de Matisse en Tánger, y en su catálogo de habitaciones destaca la que empleó el propio artista cuando se alojó en el hotel. Está disponible para los huéspedes que se quieran alojar en ella, y desde su ventana se puede admirar la mencionada perspectiva del cuadro, del que hay una réplica sobre el cabecero.
La estancia, además, mantiene su numeración original (la 35) y un cierto aire Belle Epoque, un estilo decorativo que llegó hasta los principales hoteles de Tánger, pues fue una ciudad que mantuvo un estrecho vínculo con la cultura europea, especialmente francesa, de aquel entonces.
Más allá de este recuerdo en el Hotel Ville de France, es difícil seguir los pasos de Matisse en Tánger y en el resto del país. El pintor francés, que está muy bien representado en las colecciones de todo el mundo y, por supuesto, de su Francia natal, no tiene presencia en los museos y galerías de arte locales (existe una galería de arte en Marrakech llamada Matisse, pero el nombre sólo indica la inspiración que ejerce en esta galería de carácter orientalista, y no significa que existan cuadros del pintor en ella).
En cualquier caso, si eres fan de Matisse y te gusta contemplar sus cuadros durante tus viajes por el mundo, visitar Tánger supondrá una interesante experiencia para adentrarte en el universo espiritual y artístico de este pintor, que experimentó un punto de inflexión durante su estancia en esta ciudad.