Con sólo mencionar su nombre, mezquita española de Chaouen, a cualquier viajero le entrarán ganas de conocer su historia, especialmente a los turistas procedentes de este país. Y cuando se comprende su ubicación y diseño, el deseo de visitarla será prácticamente irrefrenable. En este post te contamos más sobre este lugar tan especial.
Una mezquita que nunca lo fue
La mezquita española de Chaouen es un nombre evocador que, no obstante, esconde inexactitudes. En primer lugar, porque no es una mezquita, y nunca llegó a serlo. Cierto es que se proyectó como tal, pero nunca llegó a funcionar como tal. ¿La razón? El rechazo de la propia población.
En la década de 1920, las tropas españolas toman Chaouen: eran tiempos de la Guerra del Rif (1911-1927), que estalló por la resistencia local a la dominación extranjera mediante el Protectorado Español. Y con la intención de apaciguar los ánimos y establecer lazos con la población local, los mandos militares españoles decidieron la construcción de este templo, que se inició en 1928 y se terminó en 1931. Pero los propios habitantes de Chaouen la boicotearon, aduciendo diferentes argumentos, entre ellos que podía ser utilizada para labores de espionaje.
La otra inexactitud es el nombre, pues los ciudadanos locales no la llaman así, sino “mezquita Bouzafar”, que significa algo así como “bigote”. Entre las teorías de tal nombre está que el general responsable del proyecto, Osvaldo Fernando Capaz, contaba con uno muy evidente. En cualquier caso, tanto en español como en inglés sí recibe este nombre tan curioso de mezquita española.
La mezquita española, hoy
Aunque la mezquita española de Chaouen nunca se ha utilizado como tal, hoy es un lugar muy visitado en este destino. Y todo ello, pese a su alejada ubicación… o quizás gracias a ello, como te contamos más abajo. En primer lugar, su edificio llama la atención por su estilo neoandalusí, con robusto minarete blanco y estructura que mezcla el ladrillo y el yeso (curiosamente, sin rastro del característico azul de Chaouen).
En segundo lugar, se erige en un altozano situado fuera de la ciudad, a 1,3 km del centro (plaza de Uta el-Hammam), y buena parte de dicho camino es cuesta arriba. Cierto es que en tiempos recientes, el templo ha sido restaurado y, sobre todo, se ha mejorado el acceso al lugar, que puede realizarse en coche o a pie, esto último por medio de una hermosa senda pavimentada y con escalones en algunos tramos.
Pero sin duda, lo que atrae a muchos turistas a este lugar son las vistas panorámicas que se disfrutan de la ciudad y de sus alrededores: es desde aquí donde se puede comprender cómo las montañas del Rif abrazan Chaouen, que se acuesta sobre sus laderas.
A todas horas se pueden ver turistas a las afueras de la mezquita, fotografiando y admirando la estampa. Pero sin duda, la hora de mayor afluencia es la de la caída del sol: desde aquí se disfruta del atardecer más espectacular de la ciudad, especialmente en el momento del ocaso, cuando las últimas luces del sol tiñen el cielo de tonos rosáceos, mientras el casco urbano de la ciudad empieza a iluminarse con las primeras luces de las casas y el alumbrado público.
Sin duda, una visita para disfrutar sin prisas, quizás con una bebida en la mano, que se puede comprar en el sencillo pero oportuno Bouzafar Café, ubicado junto a la mezquita española. En él se venden refrescos, agua y, cómo no, el clásico té verde con menta típico del país. Por tanto, una interesante propuesta para quienes hacen noche en Chaouen y tienen tiempo libre a su disposición, como ocurre en muchos de nuestros circuitos por el norte de Marruecos.