Esta es una historia de uno de tantos personajes peculiares que abundaron desde finales del S.XIX a principios del S.XX en el floreciente Marruecos, cuyo gobierno y principalmente el Sultán observa ya desde el S. XIX como el desarrollo tecnológico llevado a cabo por las naciones europeas hace que el país necesite crear vínculos con las grandes potencias.
De esta manera el país se empieza a modernizar, el ejército se reforma y se crean acuerdos comerciales y militares principalmente con el gobierno de Gran Bretaña. Estos acuerdos incluyen “asesores” pues seguido de la venta del armamento hacía falta alguien que instruyese a las tropas en su manejo y es aquí donde entra nuestro personaje.
Maclean Nace en Chatam, Kent en 1848 era hijo de Andrew Mclean Inspector General de los servicios médicos del ejército y nieto de Allan Mclean jefe del clan de los Mclean de Drimnin de Escocia. En un principio el joven Harry comienza trabajando de funcionario en la administración británica pero sus ganas de aventuras le hacen dejar un trabajo tedioso y se alista en el ejército, concretamente en el 69 de Infantería del South Lincolnshire Regiment con este regimiento sirve en Canadá, Bermuda y Gibraltar.
Y es a esta plaza a donde en 1877 envía el Sultán Muley Hassan 100 soldados para ser entrenados por el ejército británico al mismo tiempo pide al embajador en Marruecos le envíe un oficial para entrar a su servicio.
Harry Mclean acepta el ofrecimiento y pasará 30 años al servicio de Muley Hassan y de su sucesor Muley Abdelaziz.
Mclean era corpulento, tuerto, de tez morena, que junto a sus grandes bigotes y barba blanca le daban un aspecto más que peculiar y si peculiar era su aspecto más aún era su indumentaria pues vestía un colorido uniforme arabizado con entorchados, turbante, sable árabe y siempre luciendo los colores de su clan escoces.
Debía de ser impresionante el verlo pasear en su caballo blanco enjaezado al estilo moruno y escoltando al Sultán pues éste lo nombra coronel y lo pone al mando de su guardia personal, lo que le hace entablar amistad con el soberano y de aquí se deriva el segundo oficio de nuestro escocés en la corte, que no era otro que de espía o confidente del gobierno británico pues debemos de tener en cuenta que ya en esta época Francia tenía sus ansias coloniales puestas en la única monarquía musulmana no sometida al imperio otomano.
Los vínculos de Harry Aubrey con el Sultán
Pero aquí no acaban las aventuras de nuestro amigo escocés pues otro golpe de suerte hará que forje un fuerte vínculo con el siguiente sultán y todo su gobierno. En 1894 y como solía hacer acompañaba al sultán Muley Hassan en una expedición a una Kabila para someterla, pero desgraciadamente el monarca fallece y crea un grave problema sucesorio que podría derivar en guerra civil, pues el candidato favorito por el Gran Visir Ibn Musa era el hijo menor del monarca (más manejable a sus antojos) y no el primogénito, así que si conseguía que reinara el hijo menor, el Gran Visir pasaría a ejercer la regencia hasta la mayoría de edad de Muley Abdelaziz.
Mclean consciente de la situación decide actuar por su cuenta, ocultar la muerte y continuar el viaje con el sultán en litera y vestido con sus mejores ropas llega a la capital donde el fallecimiento se oculta hasta la proclamación de Muley Abdelaziz como nuevo emperador.
Aquí ya tenemos a Mclean con el apoyo total y la amistad de toda la corte incluido Muley Abdelaziz, aquí haremos un inciso sobre la personalidad de este monarca, Muley Abdelaziz era un gobernante al que no le gustaba nada gobernar, su carácter el de un niño que siempre quiere divertirse y estar entretenido por lo que no tendrá límites en llenar el palacio de artefactos que le mantengan en constante diversión Globos aerostáticos, bicicletas, máquinas fotográficas, automóviles que conduce a velocidades de vértigo…
Todos estos regalos procedentes de las potencias occidentales tienen como reverso la adjudicación de obras, la compra de material militar o contratos comerciales detrás de muchas de estas firmas y acuerdos estará nuestro escocés velando por los intereses británicos, de ahí que el Foreign Office le conceda el título de caballero de la Orden de San Miguel y San Jorge.
Tanta influencia levantará las suspicacias y recelos de Francia y Alemania, al mismo tiempo que hará que Marruecos caiga en una profunda crisis económica que derivará a su vez en una crisis política en la que nuestro joven sultán será acusado de estar influenciado por los extranjeros.
Este desgobierno derivará en la proclamación de diferentes “herederos legítimos” como el Roghi o el Raisuni que se enfrentarán abiertamente a la autoridad del sultán, y es con este último con quien nuestro héroe particular tendrá sus más y sus menos, en concreto tras ser enviado en misión oficial por el sultán en Junio de 1907 a negociar con el popular bandido Ahmed ben Mohamed el Raisuni quién tras secuestrar a varios ciudadanos occidentales provoca las quejas de las legaciones occidentales incluida la norteamericana, y es el mismísimo Theodore Roosevelt quien amenazará al Sultán con su frase “Quiero a Perdicaris vivo o al Raisuni muerto”, así que presionado por las potencias occidentales el sultán se ve obligado a negociar a través de Mclean con el “Señor del Yebala”, esta epopeya con algunos cambios hollywoodiense la vemos descrita e interpretada por Sean Connery en esa gran película “El Viento Y El León”, donde el actor escocés interpreta a El Raisuni.
Pero de negociador pasa a rehén en poco tiempo, en un principio este secuestro encubierto transcurre en perfecta armonía entre ambos caídes, el escocés es agasajado con cacerías, se le organiza un concierto de gaitas traídas de Tetuán y se le permite que a través del embajador británico reciba cigarros y vino. Pero todo cambiará cuando el Yebalí intenta forzar que Mclean firme ciertas cartas con las exigencias y demandas del Raisuni, la bondad del cautiverio desemboca incluso en guerra psicológica según describe nuestro héroe ” El hombre a cargo de mi custodia es un bruto horrible, hace tres días tuve un enfrentamiento con él y desde entonces él y sus hombres se dedican a hacer un ruido horroroso desde fuera de mi tienda hasta pasada las cuatro de la mañana, con el único objeto de fastidiarme”.
En otra carta se queja diciendo al embajador que le escribe desde el suelo y que le duelen ya todos los huesos de dormir en tirado de cualquier manera, afortunadamente en Febrero de 1908 se paga un rescate de 20.000 libras y garantías por parte de Gran Bretaña de proteger tanto al Raisuni como a su familia.
La suerte poco a poco se tuerce para Mac Lean, la inestabilidad crece en Marruecos y la incapacidad de Muley Abdelaziz para gobernar cada vez se hace más patente, los disturbios contra intereses occidentales hacen que tanto Francia como España intervengan, para colmo el hermano del sultán Muley Hafid que se considera el auténtico sultán es proclamado en Marrakech en Enero de 1908 por sus partidarios, siete meses más tarde Abdelaziz es destronado tras una guerra civil y Mac Lean es destituido como Caíd y regresa a Escocia en donde no encuentra su sitio y según se comentaba se sentía deprimido y deseoso de volver a su acostumbrada vida en el Norte de África.
Y volvió, pero ya no como jefe del ejército del sultán si no como su amigo y leal servidor ambos se instalan en Tánger y son conocidos sus paseos y charlas recordando ambos sus intrigas y aventuras.
Mac Lean dividió el resto de su vida entre su querida Escocia y su amado Marruecos donde se construyó un palacete al que llamó Drimnin como su clan familiar en Movern, finalmente murió en Febrero de 1920 a la edad de 71 años y está enterrado en el cementerio de la iglesia anglicana de St Andrew en Tánger.
Así fue la vida de este Escoces que un día llegó a Marruecos para cumplir una misión o para saciar su deseo de aventuras y que se enamoró profundamente de sus costumbres y sus gentes, da igual si fue un sargento o un oficial del ejército británico, si salió huyendo de Gibraltar por líos de faldas ( con la esposa de un superior como se comentó en su día) si cobró “favores” o si fue un espía, la única verdad es que nuestro escocés fue un personaje que debió de ser digno de ver en su día con su vestimenta mitad moruna mitad highlander tratando de crear su banda de gaiteros del ejército marroquí o recibiendo al mismísimo Káiser Guillermo II en su visita a Tánger.
En cuanto a su personalidad, distaba mucho de ser el típico caballero victoriano casado dos veces y padre de seis hijos y como recuerda una de ellas capaz de meterse en una bañera vestido si alguno de ellos estando enfermo no se quería bañar.
Su esquela en el Times lo recordaba como ” Un hombre de vista aguda, siempre alerta y decisivo” de vista aguda y excelente tirador… y eso que era tuerto.
Escrito por Santamaria