Inseparables. Así fueron Juan Goytisolo y Marrakech. Pero el escritor catalán quedó enamorado de todo Marruecos y del mundo magrebí en general: de su lengua, su cultura, sus paisajes y su paisanaje. Por ello, aquí decidió vivir desde 1996 y hasta el final de sus días, en 2017. En este artículo hacemos un repaso a los lugares más ligados a su biografía, que te interesará conocer si te gusta la literatura y, en especial, la obra del que es considerado uno de los mejores novelistas españoles de las últimas décadas, recibiendo el Premio Cervantes en 2015.
La relación literaria de Goytisolo con Marruecos
Aunque pasó muchos años de su vida en Marruecos, este país ocupó un lugar relativamente discreto en su obra literaria. Es cierto que su pasión por el mundo árabe queda patente en obras como Reivindicación del conde don Julián o en Makbara. Y también lo es que dedicó mucho espacio a su patria de acogida en reportajes y artículos periodísticos. Sin embargo, la influencia que ejerció Marruecos en su visión de la vida se aprecia más bien con sutileza en buena parte de sus obras de su etapa de madurez.
Goytisolo y Marrakech, su ciudad
Trotamundos durante buena parte de su vida, cabría esperar un libro de viajes de Goytisolo sobre u otros lugares de Marruecos, como sí hizo por ejemplo con Almería en su celebradísimo Campos de Níjar. Pero no fue el caso. Quizá porque, en realidad, consideraba este país como su casa. Y por casa, uno no siente que está viajando. De hecho, se instaló en la medina de Marrakech definitivamente tras la muerte de su esposa, Monique Lange en 1996. Y vivió con sus tres ahijados marroquíes, por cuya educación se desvivió.
Pero si hay un lugar que está estrechamente ligado a Goytisolo en Marrakech, esa es la plaza Jemaa el-Fna, por muchas razones. Porque aquí estaban sus cafeterías y restaurantes favoritos, como el Café France. O porque se le podía ver tratando de tú a tú con sus gentes, en el bullicioso mercado. O porque aquí le despidieron con un merecido homenaje promovido por el Instituto Cervantes de Marrakech y al que asistieron personalidades como el alcalde de la ciudad o los embajadores de España y Marruecos. Pero sobre todo, porque gracias a sus escritos y su influencia, fue clave para que este lugar fuera declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en 2001.
Otros lugares ligados al escritor
Además del idilio de Goytisolo con Marrakech, el escritor quedó prendado de otros lugares, como Tánger. Esa fue la primera ciudad que conoció procedente de España, país del que siempre se sintió exiliado. De aquel Tánger le encantó su carácter abierto, en buena medida por el estatus de Zona Internacional que ostentó durante gran parte del siglo XX. Y, cómo no, solía frecuentar lugares con encanto, como la terraza del Hotel Ritz.
Precisamente cerca de esta ciudad está el lugar que Juan Goytisolo eligió para su reposo póstumo: el cementerio de los españoles de Larache, donde fue sepultado en una ceremonia íntima en 2017.