Si te gusta el arte islámico, Marruecos es un lugar perfecto para conocerlo en profundidad. En los exteriores de sus mezquitas (y en los pocos interiores que pueden conocer los no musulmanes), en sus madrasas, en sus riad y, sobre todo, en sus museos se pueden descubrir las líneas maestras de su estilo, con las lógicas particularidades locales. A continuación te las exponemos para ‘educar el ojo’ y preparar tu sensibilidad para lo que verás por todos lados durante tu viaje.
La arquitectura, clave en el arte islámico en Marruecos
En arquitectura, hay determinados edificios o construcciones donde el arte islámico está muy presente, y coinciden grosso modo con lo que se puede ver en el mundo musulmán. Por supuesto la mezquita, al ser el gran templo religioso de la sociedad, es también la construcción en la que mayor empeño y recursos se invierten, especialmente en los alminares, que se convierten en hitos de la ciudad. Pero también las madrasas o escuelas coránicas, así como los mausoleos, dedicados a grandes personajes. Por otro lado, la arquitectura militar también nos ha legado grandes monumentos, como alcazabas o kasbah, así como murallas en el perímetro de la medina. En este sentido, las puertas adquieren un papel imponente y artístico. Y cómo no, palacios de sultanes o visires, de gran suntuosidad.
Artes menores… verdaderamente mayores
Uno de los aspectos que más llama la atención del arte islámico es la importancia que adquieren las llamadas artes menores, un término que en Occidente se reserva a las artes decorativas y por ello, menores o secundarias. De hecho, se emplean para embellecer las mencionadas construcciones, en paredes y techos, con bonitos azulejos, artesonados de madera o trabajos en yeso. Pero otras veces se emplean en soportes independientes: jarrones, muebles, fuentes… En cambio, las dos principales artes mayores occidentales, como son la pintura y la escultura, prácticamente no tienen cabida aquí.
Sin figuras humanas ni Dios
Otra característica común a todo el arte islámico, también en Marruecos, es la prohibición de representar figuras humanas y, mucho menos, a Alá con forma antropomorfa. Por tanto, los motivos decorativos son siempre vegetales y geométricos, llevando la creatividad y la variedad compositiva a un extremo superlativo. En este sentido, cabe destacar también la caligrafía, que más allá de utilizarse como un medio para lanzar un mensaje, se convierte en un motivo decorativo en sí mismo.
Materiales pobres de efecto rico
Por último, pese a que Marruecos ha vivido periodos de auténtico esplendor económico, otro aspecto llamativo de su arte islámico es la ‘pobreza’ de materiales: madera, yeso, azulejos, adobe… Y la explicación también hay que buscarla en la religión: solo Alá es eterno y perdurable, por lo que el arte no ha de buscar eternidad y debe asumir su fugacidad. Pero a pesar de ello, se buscan efectos de gran riqueza, lo cual se consigue con el uso de colores muy vivos, efectos brillantes, filigranas imposibles, etc.
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